CHARLA SOBRE LA NOVELA
“NO ES TIEMPO PARA ROSAS ROJAS”,
DE ANTONIETA MADRID.
Los años sesenta. Cambios a
nivel mundial y sus efectos en Venezuela:
Se puede decir,
con propiedad, que los años sesenta conmocionaron al mundo. Durante esta década
se produjeron, a nivel mundial, grandes
y significativos cambios científicos, tecnológicos, filosóficos,
políticos, sociales, culturales y
espirituales.
No se puede hablar de
No es tiempo para rosas rojas, sin referirse a los
años sesenta, porque esta novela es un producto genuino de esa década y en ella
se reflejan, no sólo los cambios habidos en el mundo durante estos años,
sino los cambios operados en el
continente latinoamericano y más específicamente en Venezuela, donde la
juventud, al ser impactada por los
sucesos mundiales, toma conciencia del nuevo estado de cosas y se produce el salto generacional, expresado
en las nuevas actitudes adoptadas, por la juventud de los sesenta y décadas
posteriores, ante la vida y la
escritura.
Entre los cambios
científicos y tecnológicos más notorios tenemos el alto
desarrollo alcanzado en la
ciencia y la tecnología a todos los niveles, entre los que
destaca: la conquista del espacio (el hombre llega a la luna en 1969); en cibernética, la aparición de las primeras computadoras; en informática, los libros de Marshall
MacLuhan (La novia mecánica y La Galaxia Gutemberg), sobre el desarrollo de la televisión y el poder de los medios, precursores del
“gran ojo omnividente” de la globalización y del desarrollo ulterior de las
comunicaciones. En psiquiatría, habría que mencionar a los culturalistas
Karen Horney y Erich Fromm; y a Jacques Lacan, por incorporar el estructuralismo
a la psiquiatría; los experimentos psicodélicos de Timoty O’Leary y William
Burroughs y la píldora anticonceptiva,
promotora del feminismo y de la liberación sexual...
Los cambios sociales y culturales también fueron enormes. Durante esta década,
se producen movimientos como el
Movimiento Hinduista, y
Orientalista en general: Budismo, Zen, Ascetismo, Espiritualismo
(Krishnamurti, Susuki, Erich Fromm, entre otros). En los 60 aparecen los primeros gurúes, astrólogos
y maestros Zen y se extiende en Europa y en USA, la práctica del yoga.
Precedido por el
movimiento de los beatniks (The Beat Generation, integrada por:
Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William Burrooughs; el “Grupo de San
Francisco” con Lawrence Ferlenghetti and
Gary Snyder; Neal Cassady, Gregory Corso,
Herbert Huncke y Peter Orlovsky), aparece en escena en 1960, el Movimiento Hippie, con sus variantes: The Flower Revolution y Amor y Paz. Este fue un movimiento juvenil de protesta social, aparecido en USA
en 1960, considerado más tarde (en 1964), como uno de los pilares del movimiento de la contracultura.
Los hippies eran pacifistas, budistas, vegetarianos, amantes de la naturaleza
(usaban la flor como símbolo), vivían en
grupos que llamaban “comunas”, aspiraban a la felicidad y eventualmente consumían drogas.
Este movimiento (hippie), prácticamente ya desaparecido, fue
precursor de algunos movimientos contemporáneos, pacifistas y
ecologistas.
Entre los acontecimientos políticos
de la década, a nivel mundial, habría
que destacar el movimiento contra la Guerra de Vietnam (2° mitad de la década);
la Revolución Cultural China (1966-76);
el Mayo Francés (1968); la Primavera de Praga (1968); la matanza de
Tlatelolco en México (1968); la construcción del Muro de Berlín (1960) y la
Revolución Cubana (1959), entre otros
movimientos de índole ideológica y política.
Entre los movimientos culturales habría que
mencionar el Pop Art (Andy Warhol); la contracultura (Susan Sontag); en pintura,
el cinetismo; cambios en la moda (la
minifalda); entre otros cambios: En
Literatura tenemos el estructuralismo,
la semiología (semiótica en USA);
La Nueva Crítica (polémica desencadenada entre Serge Doubrovsky y Raymond Picard, sobre la publicación de Nouvelle
critique ou nouvelle imposture, de R. Picard en una época (1965-1966) caracterizada
por la revolución permanente de las artes y de las ciencias) y la
Teoría de Conjunto del Grupo Tel Quel (Barthes, Derrida, Kristeva, Foucault,
Sollers, et al), en Francia; y el postmodernismo, ya anunciado por los filósofos de la Escuela de
Frankfurt en los años cincuenta.
El movimiento musical también fue muy significativo.
Integrado por los cantantes de protesta,
Bob Dylan y Joan Baez, los innovadores Jimmy Hendrix y Janis
Joplin, ambos fallecidos a fines de los sesenta; y grupos musicales
como los Beatles, los Rolling Stones, los Bee Gees, y muchos más presentes en el inolvidable Concierto de Woodstock..
Los cambios acaecidos en el mundo durante la década de los
sesenta tuvieron hondas repercusiones en Venezuela, resumiéndose éstas en profundos cambios en la conducta y
expectativas de los jóvenes, que dieron
paso a la toma de conciencia de toda una
generación, expresada en nuevas
actitudes ante la vida, a nivel
familiar y personal; ante el
amor, el sexo y el matrimonio y en una total
ruptura con las costumbres
tradicionales.
La mayor influencia puede ubicarse en el movimiento orientalista (el hinduismo); en el movimiento hippie, y a nivel político, en el movimiento
guerrillero, inspirado en la reciente revolución cubana, que costó la vida
y el exilio a muchos jóvenes de la época. Los cambios mundiales de la década
también tuvieron hondas repercusiones en el continente latinoamericano, donde,
además de los cambios señalados ocurridos en el país, se produjeron movimientos
políticos (revolucionarios) similares en muchos países del continente.
Pero el resultado más notorio de todos los cambios, a nivel
continental, fue el surgimiento de La Nueva Novela Hispanoamericana,
enmarcada en el llamado Boom de los sesenta. Este movimiento literario,
ideado por Carlos Barral y Carmen Balcells,
tuvo repercusión internacional e influencia en la literatura universal,
al mostrar el imaginario del continente
hispanoamericano con un lenguaje y una estructura totalmente renovados,
aportando nuevos métodos literarios y nuevas formas de apropiación del mundo.
El
salto generacional en la vida y en la escritura:
En los años sesenta las mujeres rompen el silencio, se
expresan libremente según sus propios criterios, ensayan nuevas formas de
comportamiento y de percibir el mundo, y
sobre todo aprenden a decidir sus
relaciones amorosas de acuerdo a nuevos
modelos. Existía un abismo entre la
forma de vida de nuestras madres y abuelas y las nuevas actitudes adoptadas por
las jóvenes de los sesenta lo que conduce al gran salto generacional que abarca
todos los ámbitos (personales,
profesionales, culturales y hasta
políticos), al adoptar un nuevo
discurso, producto de una visión más totalizante del mundo.
En la literatura, la escritora de los sesenta incursiona y se desenvuelve libremente en la
narrativa. Antes las mujeres escritoras sólo escribían poesía y cartas, y aunque algunas eran narradoras y novelistas (el caso de
Teresa de la Parra, y más tarde, narradoras como Lucila Palacios, Gloria
Stolck y Antonia Palacios), se
valían del género epistolar y
confesional, y nunca
se atrevieron a apartarse de los
recursos tradicionales de la escritura, y mucho menos a “invadir” los espacios
(temáticos, discursivos, históricos y socioculturales) reservados a los escritores.
Las
escritoras de los sesenta incorporan
nuevas forman y utilizan con gran osadía otros
recursos narrativos, como los
planos cinematográficos, el monólogo
interior; dialogismo (diversidad de puntos de vista en el
discurso); polifonía (utilización de diferentes voces y diversificación del protagonismo de los
personajes), y sobre todo,
experimentan audazmente al escribir con
toda libertad sobre la realidad circundante y abordar el contexto social, cultural
y político. Estas escritoras enfrentaron no sólo el discurso patriarcal,
vigente en la literatura de la época, sino que también desafiaron el discurso
idealista y a veces utópico de los revolucionarios. (Ver capítulos: 14,
17, 23, 25, 37 y 50).
Del murmullo a la protesta. La toma de conciencia de una generación.
La historia, el discurso, la escritura.
Se puede decir que
en No es tiempo para rosas
rojas, estamos ante una novela de la transición, en lo que respecta a la escritura de la mujer, al pasar, casi
inadvertidamente, aunque con paso firme,
del murmullo de los primeros capítulos, a la abierta protesta de
los capítulos finales, y al mismo tiempo se trata de la “puesta en escena” del
proceso de toma de conciencia de la narradora/protagonista que refleja la toma de conciencia de toda una
generación.
La historia:
En No es
tiempo para rosas rojas se trata básicamente de una historia de
amor, entre una joven universitaria y un guerrillero, pero al mismo tiempo
se trata de la historia de un desengaño y de la adopción de una nueva
actitud ante la vida. En la historia, habría que aclarar algunas
claves:
a) En primer lugar el hecho de
que no tenga nombre, ni apellido que la
identifique, se debe a que esta
joven busca su propia identidad. Ella se
siente innombrada porque no está segura
de su papel, ni de su lugar en el mundo;
b) Hacia el final de la novela (Ver Cap. 52), la joven encuentra las claves de su
papel en el mundo y mediante un atropellado discurso, expresa su rechazo a la
situación en la que ha estado, hasta aquel momento, involuntariamente inmersa.
c) Otro punto que merece ser aclarado es el del aparente suicidio de la
protagonista. Aquí el final de la novela queda abierto, en ningún momento se
encuentran referencias explícitas sobre
un suicidio o sobre la muerte de la protagonista. Se trata más bien de una
muerte metafórica al regodearse imaginando su propia muerte, luego de haber
pensado en ingerir unos somníferos.
Resulta obvio que la protagonista no se suicida por cuanto el primer capítulo,
corresponde al final del libro, cuando la narradora comienza
a contar la relación entre la joven y el
guerrillero.
El discurso:
En la novela nos encontramos con
varios discursos: el discurso amoroso (Ver Caps. 1, 7, 13, 27,
42-46, 48 y 49); el discurso
revolucionario (Ver Caps. 5, 10, 12,
30, 33 y 41); y el discurso utópico (Caps. 16, 18 y 19).
En el discurso amoroso, la narradora plantea una nueva manera de asumir el amor y el
matrimonio, al igual que el sexo: “seguirán compartiendo esa complicidad
inteligente, mitad amigos/mitad amantes, y el mar de todos los colores
perdiéndose en la tarde, las noches resbalando suaves por el cerro...” (Cap.
40, p.177); y las relaciones afectivas en general, para crear un nuevo modelo de pareja humana, más
acorde con la realidad: “Se trataba de algo mucho más sencillo, pero tal vez
más pretencioso, y era como inventar una nueva forma de vivir, un nuevo modelo
de pareja humana, mucho más natural, con alegría...” (Cap. 27, p. 126).
En el discurso revolucionario nos encontramos con
una visión alienada del mundo, en momentos en que ya había sido vislumbrado el
fin de las ideologías, primero, por los filósofos, críticos del
marxismo, de la llamada Escuela de
Frankfurt (Teodore Adorno, Herbert Marcuse, Horkheimer, Walter Benjamin, et al); y años más tarde ratificado por: Roland Barthes, Michel Butor, Emile
Ciorán, Edgar Morin, Maurice
Blanchot, Jacques Lacan y Philiphe
Sollers, entre otros.
En cuanto al discurso utópico nos encontramos con
dos utopías: la utopía galáxica-planetaria, al referirse
a una generación de “elegidos”, galáxicos, autodeclarados como seres especiales, predestinados, frente
a los terrícolas aburridos y
torpes de quienes se burlan a la vez que los critican abiertamente;
y una
utopía revolucionaria,
expresada en la alienación de los guerrilleros
que “... cumplen la misión
sagrada de salvar a la humanidad, al mundo, al continente y al país...” (Ver Caps. 10, p. 57; 30, p.
137 y
16, p. 81).
La escritura:
Podemos decir que en No
es tiempo para rosas rojas, se trata de una literatura urbana, donde la ciudad de Caracas ocupa
un lugar protagónico. También se trata
de una literatura de la violencia, por estar enmarcada en la
década violenta; y por último, de una literatura de la innovación, al
considerar la incorporación de novedosos
recursos literarios, y de nuevas técnicas narrativas (la novela fue escrita
inicialmente en Iowa, USA, como un guión
de cine y años más tarde, fue
convertida en novela durante un viaje a Chile).
Parte de esta innovación se haya presente en el trastocamiento
del tiempo y el espacio, al utilizar planos intercalados; por tratarse de una novela escrita desde
el habla común del grupo y
utilizando abiertamente el montaje cinematográfico, y
sobre todo por la exposición
de una visión totalizante del mundo, en contraste con la visión
parcializada y profundamente ideologizada del guerrillero.
También es una novela lúdica, debido al goce
de la
experimentación; y onírica,
al utilizar el lenguaje de los sueños y de la imaginación. Considerada por
algunos analistas literarios como “escritura de la disidencia”, en No es tiempo... nos encontramos con la denuncia de algunos
paradigmas “revolucionarios”, y con el cuestionamiento de ciertos términos, como el término
“revolución” (Ver Cap. 30, p. 137),
y de ciertos actos, como el fusilamiento de un “camarada” (Ver Cap. 33, p. 149), hecho éste que marca el fin del
encandilamiento amoroso de la joven y
el comienzo del desengaño.
CONTENIDO:
- Los
años sesenta. Cambios a nivel
mundial y sus efectos. Pag. 1
- El salto
generacional en la vida y en la
escritura.
“ 5
- Del murmullo a
la protesta. La toma de conciencia de una
generación: La historia, el discurso,
la escritura.
“ 7
- Preguntas y
Respuestas.
NOTA: Existen otras posibilidades de estudio en la novela,
que requerirían una charla más extensa.
Esta Charla fue comentada
en Reunión con los cursantes del Postgrado de Literatura de
la UCV, el 29 de Enero de 2004, en la
Librería LIBERARTE (5 pm.). Anteriormente fue presentada por la autora en
el Colegio Santa Rosa de Lima, el 6 de Junio de 2003.