En términos generales, un Taller Literario es una práctica experimental en la cual un grupo de escritores, guiados por un profesor, facilitador, o escritor guía, comparten criterios sobre la creación literaria, los diversos géneros y la propia creación, con miras al incremento y posterior perfeccionamiento de las cualidades creativas de los participantes. Visto didácticamente, el taller literario es un ámbito de aprendizaje, un laboratorio, un espacio de confrontación entre los escritores y una forma de evaluación colectiva.
Desde la perspectiva
de la propia creación, el taller literario promueve la concreción y el
desarrollo de la voz interior que todo escritor escucha, quiéralo o no, durante el proceso de la creación y que a la
vez configura el universo virtual de los posibles lectores. En síntesis, un
taller literario es un campo de experimentación donde los escritores se
exploran a sí mismo a la vez que se confrontan
con los demás, no solo como escritores
sino como personas tolerantes y abiertas a la creación artística.
Los talleres literarios resultan de gran importancia como espacio
de confrontación
de la propia escritura, con los textos de otros escritores.
Entre los objetivos específicos del taller literario tenemos:
-Afinar y enriquecer la sensibilidad, la imaginación creadora y el poder
perceptivo de los participantes, con respecto a la propia escritura y la de los compañeros del
taller.
-Estimular la confrontación entre
escritores que presenten niveles de realización semejantes, mediante lecturas
críticas, a fin de incrementar la
capacidad autocrítica del tallerista. Siempre se escribe para un lector
hipotético que generalmente es el propio escritor;
-Contribuir a crear la disciplina que requiere un oficio tan
exigente como la literatura y al mismo
tiempo, estimular el desarrollo de los hábitos de lectura, estudio y escritura.
-Promover el análisis de textos
“modelo” que comprenda: Los espacios del texto. La Estructura. El Contexto.
Diacronía y Sincronía de un texto. Intertextualidad. Ritmo. Lenguaje. El
narrador. Los géneros literarios (cuento, novela, poesía, ensayo). Las técnicas
narrativas. Teoría y Crítica literarias y
Metodología, entre otros puntos a enfocar...
******* Roland Barthes (Par lui même), opina que "La novela es forma antes que
historia, o lenguaje. Lo esencial en la escritura de una novela está
representado por la estructura y tanto el lenguaje, como el argumento..."
DECÁLOGO PARA
ESCRITORES QUE COMIENZAN
Primero habría que
preguntarse por qué quiero escribir y no
dedicarme a otra cosa, o simplemente disfrutar del tiempo libre, del ocio no
necesariamente creativo. Después, habría que tomar la decisión de convertirse en escritor, para lo cual se
debe contar con la profunda certeza de la necesidad de cruzar esa línea
imperceptible entre la realidad y la ficción; entre la verdad y lo inventado;
entre lo cierto y lo imaginado;
siguiendo siempre los espejismos de la mente.
Aunque el tema no es lo fundamental en la narrativa, es necesario adoptar uno que sirva de contexto, aunque siempre supeditado al lenguaje y a la estructura. Por lo regular, el tema ya se encuentra inmerso en los propios escritos y su escogencia se produce entre las diversas opciones disponibles dentro del texto.
Muchas veces encontramos el título antes de comenzar. Se presenta como un chispazo, como una revelación, como un insight, y se puede escribir a partir del mismo. Otras veces lo encontramos en el trayecto de la historia y no pocas veces, sólo al final. El título puede ser cambiado en el transcurso de la escritura del cuento, o la novela. Una sugerencia, cuando hay dificultad para decidir sobre el título, sería la de elaborar una lista con los títulos posibles contenidos en el texto ya concluído, y escoger el título definitivo, algunas veces hasta con ayuda externa, presentando la lista a otras personas, no necesariamente escritores.
En el caso de una novela, es
conveniente preparar un índice tentativo de su contenido para ser utilizado
como “hipótesis de trabajo”. El índice puede ser modificado durante el proceso
de la escritura y el mismo sólo tiene la finalidad de guiar al lector.
Buscar el tono apropiado, la
voz del escritor, del “duende” que nos va dictando mientras escribimos, es uno
de los requisitos indispensables para toda escritura. La voz del escritor,
propia e inalienable, es la
conductora de los mecanismos más profundos de la escritura,
tales como la intuición y la percepción de la realidad circundante y, ayudada
por la visualización de lo que se va narrando, dispara el desdoblamiento del
escritor hacia la búsqueda de soluciones de forma y contenido, entre éstas, la
construcción de personajes.
Cada personaje, por más diferente que sea del escritor, está basado en su vida real al formar parte de su imaginario, de su cosmovisión, ya provenga de una experiencia íntima o exterior que haya tenido impacto en su psiquis, o se trate de la lectura de un libro, o de la historia referida por alguna otra persona. Debemos escribir como si le estuviéramos hablando a otro, al lector imaginario que en un acto de desdoblamiento podría ser el propio escritor.
7.- Los recursos narrativos:
Habría que declarar un NO
rotundo al discurso erudito,
elaborado para impresionar al lector. La
erudición sólo podría ser empleada con éxito cuando enriquece la narración, en el caso de una disertación atribuída a uno
de los personajes, o en un diálogo, pero en ningún momento deberá ser
usada para apabullar a los lectores.
Al igual que lo recomendado
para la erudición, la información sólo deberá tener el propósito de situar a
los personajes en un contexto histórico
y en un ambiente particular, de lo contrario, se corre el riesgo de
transmitir información inútil, información-basura.
*******
NOTA: Tomado de: Antonieta Madrid. En
la Cámara Oscura.
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