ESCRIBIR ES... (*)
Por:
Antonieta Madrid
¿Que cómo empecé a
escribir?
Muy fácil: tomé palabras de órdenes
gestos de seres extraños
y la palabra fue
como un relámpagoMuy fácil: tomé palabras de órdenes
gestos de seres extraños
que estalló en un solo rostro.
A. M.
Escribir ¿cómo?
Colocando en la página
lo que se ha guardado en la carne
y en el alma,
para ser revivido en la ficción
(El Duende que dicta)
Colocando en la página
lo que se ha guardado en la carne
y en el alma,
para ser revivido en la ficción
(El Duende que dicta)
Escribir es
desdoblarse, simular, atravesar el espejo, cambiar de cara y de nombre, ponerse
una máscara y adentrarse en el dédalo de la imaginación y la memoria hasta
borrar la realidad inmediata y una vez metamorfoseada en otra, comenzar a
jugar. Se escribe para dar vida a los recuerdos, por el solo placer de
reconstruir los olvidados rostros, la magia de los momentos vividos, porque el tiempo de la memoria es
intermitente, los recuerdos son como relámpagos y sólo registramos los más
significativos para el relato, porque el objetivo de quien escribe es capturar el tiempo de la memoria y
fijar aquellos recuerdos que puedan
funcionar como hitos en la narración.
Escribir también es silencio y soledad. Es como viajar sin mapas, desde las zonas más recónditas, hacia lugares desconocidos, dibujando, sobre la marcha, las distintas rutas. Es como ir a la cantera de la memoria, registrar entre las piedras, recogiendo algunas para tallarlas y pulirlas después. Es como asomarse al vacío y ante un abismo sin fondo, pararse en el umbral y clavar los pies en la hierba como si fuesen pezuñas, respirar profundo y comenzar a trabajar. Pero escribir también es un oficio, un vicio, un artificio y una aberración, una mala costumbre, una evasión, un exorcismo, una catarsis y hasta una manera de liberar culpas e injurias...
Mientras escribe, el escritor va desarrollando en su mente un
teatro de marionetas, una suerte de
guiñol, porque la escritura también es parodia, imitación,
representación, simulacro de una realidad alterada y modificada ad infinitum, donde el escritor debe
desdoblarse y ser todos y cada uno de sus personajes, porque escribir es una manera alternativa de vivir la
cotidianidad a través de seres ficticios, de los diversos yoes (egos) del escritor, desdoblados durante el proceso. Escribir es ampliar el
espectro de la memoria personal al enigma del inconsciente colectivo,
entonces, como guiado por una mano
mágica, el escritor se pregunta, indaga, devela incógnitas en diccionarios,
enciclopedias y libros especializados, hasta dar con la respuesta
tranquilizadora...
Escribir es
explorar, reinventar, auscultar la realidad mediante un interminable trabajo de zapa. Se trata de una mezcla de
imaginación y de memoria donde los
recuerdos, una vez recreados, desplazados,
trastocados, descolocados, yuxtapuestos e imbricados, deben ser
reordenados, enriquecidos por la
imaginación, porque el escritor es por naturaleza un investigador de la
vida, un lector incansable, un
prestidigitador, un mago, un inventor
empedernido y sobre todo, un egoista irredimible...
Escribir es sumergirse en un tiempo transhistórico, circular
y colectivo, no limitado al reloj, ni a la linealidad cronológica, ni a la
memoria personal, sino al tiempo de la
vida, estableciendo un puente entre
la cotidianidad y el arte; entre
la realidad recordada y la realidad reinventada de la escritura, porque la novela,
con un ritmo urbano -los relojes se hicieron para ser usados en la ciudad,
porque en el campo, el tiempo se mide
por el sol, la luna y los cambios de la luz en el paisaje- y un espacio en constante evolución. Es la
obra en movimiento, como un tornasol cambiante como las olas del mar, como la
vida...
La escritura de una novela es
un proyecto de largo aliento que nos hace sentir como si estuviésemos
habitados por un duende que nos dicta sin parar. Se trata de otro cuerpo que se
va desarrollando en tu interior, que embarga
los sentidos y captura totalmente tu atención hasta que sale de ti
cuando consideras que ya la has terminado, que no puedes hacer más nada,
que las cosas deben quedarse como están,
porque ya lo has dado todo en tu afán de
presentarlas lo mejor posible. Sólo entonces puedes decir que has
concluido la novela. Entonces, la
publicas y ya no te ocuparás más del asunto. El proceso de construcción puede
durar un año, dos, tres años, o muchos años más...
Una propuesta válida para la escritura de una novela podría
residir en la entronización del fragmento narrativo. Textos sueltos. Tiempo y
espacio descolocados, ya que en ambos se trata de pequeños fragmentos
encadenados que dan al lector la sensación de
continuidad (tiempo) y contigüidad (espacio) hasta lograr un movimiento ilusorio como el
provocado por los fotogramas encadenados de
un film. En una escritura por capas, a la manera de un palimpsesto (en pintura: petimento),
la escritura será un juego entretenido, como un viaje a través de la memoria y
la imaginación que arrojará como resultado una novela aparentemente
caótica y desmembrada como la vida,
pero secretamente interconectada y siempre sostenida por el principio
inquebrantable de la verosimilitud...
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