TALLER CRÍTICO
(Sobre la novela
“Limbos y Laberintos”, de Antonieta Madrid)
Las novelas, y la narrativa en
general,
no están
hechas de ideas,
sino de formas: Formas de lenguaje,
formas de
expresividad.
No
tengo en mente una historia
hasta que
tengo la forma...
Susan Sontag
(Al mismo tiempo.
La conciencia de las palabras)
Integrada por narraciones independientes, modulares, que pueden ser leídas en cualquier orden sin alterar el
núcleo de la historia, “Limbos y Laberintos” es una novela-tapiz, de tiempo
circular, estructura laberíntica y lenguaje minimalista, que figura un viaje por
la literatura y por la vida. También se podría hablar de una novela de
situaciones, en clave fragmentaria, donde tramas breves y textos
periféricos escritos desde el habla, se entremezclan lúdicamente. Novela de la incertidumbre, de la
transmodernidad crítica e imaginativa, también es una novela paisaje,
abierta, elíptica, compleja, aunque intencionalmente imperfecta, plena de alteraciones
como la vida misma, que transporta al lector hacia una realidad nueva, fugaz,
escrita desde la inmediatez y por último
podríamos decir que también se trata de una novela-artefacto (artefacto
= hecho con arte), donde
relatos cotidianos, con el añadido de la imaginación, son convertidos en artificios literarios, destinados a integrar
un texto de mayor extensión (cuento o
novela)...
Ambientada
en dos ciudades: Cáscaras (¿Caracas?) y Atenas, aunque desde una perspectiva desterritorializada, el nomadismo
geográfico y cultural desplaza la escritura hacia un tercer espacio huidizo y
crepuscular, que sitúa la novela en
una estética globalizadora, integradora de los valores
universales de las culturas en juego, y en el ars narrativo de
una escritura aparentemente descolocada, aunque ubicable en un ámbito
estrictamente estético. Mediante una
estructura abierta, caleidoscópica, las diversas historias de la novela,
espejean, privilegiando la hibridación de géneros (narrativa,
ensayo, crónica, oratoria, reflexión,
bioficción y poesía, entre otros) y
el replanteamiento de algunos mitos
(“Polifemo y Galatea”, “Medusa y Perseo”, “Ariadna”, “Teseo y el Minotauro”), como símbolos del
poder devorador, incompatible con las fuerzas creadoras del espíritu,
que llaman a la reflexión del lector.
Al
ofrecer la posibilidad de múltiples lecturas a través de la variedad de
textos, el rol protagónico se diluye y
ya no tenemos héroes descollantes, sino
un antihéroe pusilánime (Tasio) y una heroína (Ariadna) confundida, entre otros
personajes que actúan con igual relevancia dentro de la novela, dando lugar a
una polifonía, expresada en las distintas voces de los personajes, y a
un dialogismo, explícito en
la contraposición de los diversos puntos
de vista explícitos en los discursos de los personajes y en la fusión de
géneros y estructuras. Al integrar la narrativa, el ensayo y el texto
crítico, además del empleo de recursos narrativos como el monólogo y el diálogo, pasando por el
diario, las noticias de prensa y hasta informes burocráticos, se podría decir
que en “Limbos y Laberintos” estamos ante una novela-híbrida, novela-collage,
anamórfica y caleidoscópica,
escrita en clave fragmentaria, que
refleja el diario devenir con todos los avatares de la cotidianidad. Ya
alguien dijo una vez (¿Camilo José Cela?): “La novela es un trozo de vida y la vida no tiene argumento...”
En un plano desacralizador de los
mitos, tenemos que el personaje, Ariadna, es un nuevo modelo de mujer, cuyas
únicas armas son la intuición creadora, el amor y la astucia defensiva contra
la fuerza física, la arbitrariedad del
poder incuestionable de las instituciones expresado por una narrativa abstracta
y plural, mediante la imbricación de géneros y la puesta en escena de la
cosmovisión de su autora. También “Limbos y Laberintos” es una historia
de amor, y desamor, como se puede ver al final de la novela, cuando Dionisos Palaris recoge a su amada Ariadna en la isla de
Míkonos, en el yate “Merlina” y viajan a Nueva York donde Ariadna reencuentra a Tasio, por casualidad, en un
cocktail party de la ONU.
En cuanto a Medusa, (Sandra Kalathos), estaríamos ante
una mujer contemporánea, con todos los defectos y alienaciones que le son
propios.
Novela de la transición y el desplazamiento interno
(sueños, delirios, esoterismo), y externo
(expatriados, diplomáticos, autoexiliados como Don Lorenzo de los Arcos, entre
otros personajes menos conspicuos), los textos de “Limbos y Laberintos” espejean y se complementan entre sí dando
lugar a una novela-caleidoscópica
que bordea los límites entre la literatura convencional y la escritura
fragmentaria, aún no asumida por la mayoría de los lectores. Escritura de la
Intemperie, novela-artefacto, compuesta por fragmentos,
elementos de la bioficción y textos periféricos escritos desde el habla,
imbricados e intencionalmente descolocados y que una vez desprendidos de los
intersticios de la totalidad, se complementan entre sí como en un puzzle, la lectura de esta novela es un reto para
el lector.
Adscrita a una forma de realismo paródico, casi
en un grotesco situacional, la novela también funciona como una metáfora
de la realidad donde las vidas entrecruzadas de los personajes se
desenvuelven en una cotidianidad que refleja la lucha del ser humano ante la
certeza de la muerte segura y sus aspiraciones de libertad. Por último, como
una expresión del cuestionamiento de la propia escritura, en la novela
que se escribe y se critica a sí misma
se encuentran varios planos de
oposición: entre el espíritu creativo y el poder devastador de la realidad;
entre el individuo que piensa y la inercia automatizada del aparato burocrático
institucional y anónimo; entre la fecundidad del amor y la esterilidad de las
pasiones destructivas que pretenden sustituir los anhelos más genuinos, por
posiciones de dominio.
Finalmente,
tomada como una aventura de la imaginación, aunque siempre con un hilo anclado en el telar de la realidad, “Limbos
y Laberintos” podría ser ubicada en el corpus narrativo de la llamada Novela
de la Posmodernidad, de la Transmodernidad,
o de la Globalidad, donde la forma, el fragmento, la polifonía,
el dialogismo y la hibridación
de géneros, funcionan como
alternativas ante la crisis de ubicuidad y contextualización propias de
nuestra época... Con la
publicación de esta novela, Antonieta Madrid completa un ciclo de su escritura,
El ars narrativo de La Novela que se Cuenta a sí Misma, integrado
por la trilogía iniciada con Ojo de Pez (Planeta, 1990), continuada con De raposas y de lobos
(Alfaguara, 2001) y concluída con
“Limbos y Laberintos”.
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